Entre que la literatura rusa y centroeuropea me superan un poco -todo drama, tragedia, nostalgia y tristeza-, y que cuando se recuperó Suite francesa todo era "tienes que leerla", había dejado totalmente de lado a Irène Némirovsky. Gracias a un amigo me he lanzado con sus tres primeros relatos y ha sido un gran acierto: los prejuicios ahorran tiempo, pero hay que saber cuestionarlos.
Los tres libros me han encantado. Todos reflejan la experiencia vital de la autora: David Golder (¡menudo debut!) y El baile rezuman ironía y humor negro, muy divertidos. Nieve en otoño sigue más la línea nostálgica de las familias nobles rusas que se exiliaron en Francia durante la Revolución de 1917. Seguiré con los libros de Némirovsky, en orden, y cuando llegue a Suite francesa veremos si me ha conquistado como para cuestionar otro prejuicio: el de no leer libros que el autor no pudo completar.