Autor: Ignacio Martínez de Pisón
Edición: Anagrama, Barcelona 1996
«Un adolescente y su padre viajan por la España de 1974. El coche, un Citroën Tiburón, es lo único que poseen. Su vida es una continua mudanza, pero todos los apartamentos por los que pasan tienen al menos una cosa en común: el estar situados en urbanizaciones costeras, desoladas e inhóspitas en los meses de temporada baja. Las solitarias playas de invierno son, pues, el paisaje el que están habituados los ojos de Felipe, el protagonista adolescente. Bien pronto, sin embargo, tendrán que alejarse del mar, y eso impondrá a sus vidas un radical cambio de rumbo. "Antes", comentará el propio Felipe, "no sabíamos hacia dónde íbamos pero al menos sabíamos por donde"» (de la contraportada).
Cuarta novela que leo de Martínez de Pisón y no termino de cogerle el gusto. La primera que leí, El día de mañana, me encantó, pero luego no ha vuelto a ser lo mismo. Empiezo a pensar que lo que me gustó de aquella primera fue, sobre todo, el tono policiaco. Carreteras secundarias es triste, como todas las que he leído hasta ahora del autor. Vuelve a salir el tema del "padre perdedor", como en Derecho natural, al que el hijo narrador detesta en su adolescencia, pero no puede evitar querer y cuidar. Habría preferido que, ya que tenía que salir un jesuita en la descripción del mundo carcuncio de la familia paterna, hubiese sido uno austero y amenazante -por decir algo-, en lugar de un pervertido: creo que los dos aportaban lo mismo a la descripción.
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