16 de junio de 2022

Ojos que no ven (Anagrama)

Título: Ojos que no ven
Autor: J. Á. González Sainz
Edición: Anagrama, Barcelona 2010

«Cuando la vieja imprenta local en la que Felipe Díaz Carrión llevaba media vida quebró, él se quedó sin trabajo y sin posibilidades de conseguirlo. Las nuevas tecnologías habían vuelto inútiles todos sus saberes, y la huerta sólo daba para comer.
»Era la época en la que los jóvenes y los que ya no lo eran tanto, emigraban a las grandes ciudades, a las industriosas poblaciones del norte. Su hijo tenía nueve años, y no había día, o noche, en que Asun, su mujer, no le pidiera a Felipe que se marcharan a aquellos territorios que parecían tener el monopolio del futuro. Así que cerraron la casa y se fueron al norte. Felipe trabajó primero en la construcción, y después en una fábrica de productos químicos. Tuvieron otro hijo, se compraron otra casa, y pasó el tiempo y la vida cambió. Porque algunos de los miembros de la familia -el hijo mayor y Asun, que quizá no soportaban ser para siempre los otros, los maquetos o charnegos, o comoquiera que los llamen con desprecio quienes se tienen por únicos titulares del lugar- no pudieron sino sucumbir a las fascinaciones del discurso de los nuevos amos, a las obsesiones de identidad y afirmación» (de la contraportada).

Cuando leyó que me había gustado mucho Los peces de la amargura, mi cuñada me aconsejó esta novela corta: gran acierto. Más poética, un poquito más lento todo, con algo de fábula, pero de fondo el mismo drama zoquete, cruel e incomprensible (al menos para mi). Bonita y dura; un poco triste. Recomendable.

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