Leer a Grisham

El primer libro que leí de John Grisham fue en el año 1999. Por aquella época, leer un best-seller me parecía algo que rozaba lo lamentable: podemos decir que padecía un cierto snobismo literario bastante absurdo. Pero ocurrió algo que me hizo cambiar de opinión.
Un día del mes de julio de ese año salí de excursión con un amigo al que admiraba y admiro por muchos motivos, entre ellos ser filósofo y profesor de literatura, dos de las cosas que me hubiese gustado ser (también gana muchos puntos una persona cuando me dice que ha estudiado Ciencias Exactas). Lógicamente, le pedí que me aconsejara un libro, algo bueno yo ligero. Y, para mi sorpresa, me dijo «Léete El testamento, de Grisham, que acababa de salir». «¡Un libro de Grisham!», «¡¿qué me lea un libro de Grisham?!». Si hubiese llevado la ropa adecuada me hubiese rasgado las vestiduras, pero como me fiaba de mi amigo le hice caso... Y me gustó.
A partir de ese momento, cada verano durante los últimos años -ahora ya no lo hago- he ido leyendo una y a veces dos novelas suyas. Son entretenidas, están bien documentadas y, sobre todo, no están mal escritas. Y tampoco les pidamos más. Van bien, por ejemplo, para leerlas en otro idioma, y así practicas y aprendes expresiones coloquiales y algún que otro taco, que nunca sabes cuándo te puede hacer falta.
Te dejo una lista de las que he leído, ordenadas según la calificación que les di en su momento:

Calificación B
- El testamento. Es, con diferencia, la que más me ha gustado.
- El socio.
- El jurado. Es la única de la que he visto la adaptación al cine: me gustó también, quizá por el grupo de actorazos que la protagonizan.

Calificación C
- El informe pelícano.
- El cliente.
- Causa justa.
- La tapadera.

Calificación D
- La Hermandad. Es la última que leí. Un bodriete.