27 de diciembre de 2009

Misericordia (Editorial Hernando)

La seña Benina lleva años al servicio de doña Francisquita Juárez de Zapata, doña Paca ahora que las cosas no están económicamente como antes. Benina es un alma buena, que se las ingenia para que su ama no pase necesidad sin enterarse de las mil y un trampas que debe hacer para conseguirle cada día algo que comer. Benina mantiene no sólo a doña Paca, sino también a la hija de ésta, Obdulia, que casó pronto y mal y dedica su día a fantasear con don Frasquito Ponte, un caballerete con las canas pintadas con betún, que conoció tiempos mejores y que ahora vive de la caridad, eso sí, sin que nadie se entere. Misericordia es una historia de ricos y pobres. Los primeros son bastante inútiles, de corazón frío, viven engañándose y malgastan su tiempo soñando con que alguien les devolverá a su situación anterior. Los segundos son capaces, realistas, y de gran corazón. Supongo que es un libro que tiene su punto de crítica social, un pelín maniquea, la verdad.

No intentaré juzgar la calidad de Benito Pérez Galdós: la historia de la literatura ya lo ha hecho. Como me gusta hacer, sólo añado mis impresiones personales. Esta no es, seguramente, una de las obras más citadas o más famosas de su autor (quizá sí, no estoy muy puesto en literatura del XIX español), pero me ha gustado bastante y creo que vale la pena leerla. La historia tiene su suspense —¿hasta dónde llegará la miseria de doña Paca y la seña Benina? ¿conseguirá el ciego Almudena convencer a Benina para que conjure al Rey Samdai y se resuelvan sus problemas?— y el manejo del lenguaje es “pata negra”. Parece que no ocurre nada, pero la novela engancha y te apetece seguir leyendo. Por otro lado hay que decir que es una novela decimonónica, por lo que a alguno se le puede hacer a ratos pesada, ampulosa, como que le pilla un poco lejos, sobre todo los modos de hablar y narrar, aunque el tema —la caridad— es universal y atemporal.

Sólo se me ocurre una pega: el final del libro, en mi opinión desconcertante, una especie de confesión “sacramental” laica que no he terminado de entender. Quizá algún experto nos deje en los comentarios alguna pista.

4 comentarios :

  1. Lo siento, Ion, si el primero que habla no es ningún experto en literatura del xix, pero sí te puedo decir que leí a los 17 años Misericordia por primera vez y me gustó mucho. Luego he vuelto dos o tres veces más, y siempre me ha parecido de lo mejor de Galdós. Ahora se la he dejado ami hijo mayor, que tiene la misma edad que yo cuando la leí por primera vez, y también le ha gustado. Creo que el finales como dices: Galdós en esos años se ha distanciado bastante del catolicismo "oficial" y busca un tipo de literatura de valores morales que , al mismo tiempo, hable de una religiosidad "natural", no institucional, un poco al estilo de Tolstoy.

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  2. Hola Javier. Gracias por el comentario. Me alegra que a ambos nos haya gustado el libro. Intuía algo de lo que dices al final de tu comentario: Benina es una especie de "santa natural". No está mal visto, porque la caridad es una virtud humana (llámala generosidad), sobre la que se asienta después la sobrenatural. Lo importante es no oponerlas o presentarlas como alternativas. Yo creo que Galdós no lo hace, pero sorprende (puede ser prejuicio) una generosidad tan extrema en Benina sin un sustento religioso: sinceramente, me cuesta pensar que la Madre Teresa de Calcuta pudiera haber hecho lo que hizo sin todas esas horas que pasaba en oración.

    Vaya rollo que me he metido. Feliz año.

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  3. Aunque duela decirlo aún no he leído nada de Pérez Galdos y ese será uno de mis propósitos para el nuevo.
    Feliz año nuevo!

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  4. Hola Eva. Es un buen propósito. Yo sólo he leído este, pero se nota que vale la pena.

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