5 de abril de 2009

Mil años de oración

¨Se trata de una película donde importan, y mucho, las cosas pequeñas (...). No hay "terremotos" en esta película de condición minimalista, todo es la vida misma¨. Por estas palabras sacadas de la crítica de la película que hace DeCine 21, es fácil intuir que era necesario que se dieran las circunstancias adecuadas para ver esta peli: Mil años de oración es un producto para público reducido. Este viernes hubo ocasión y no dejamos pasar la oportunidad.

La película adapta un cuento de Yiyun Li, de la que no he leído nada, y va de Shi, un anciano chino, viudo y jubilado que viaja a Estados Unidos para visitar y ayudar a su hija Yilan, que vive desde hace tiempo en ese país y se acaba de divorciar. A partir de ahí, Wayne Wang, desarrolla una película mínima, de esas que parece que ¨no pasa nada¨ pero por dentro pasa de todo, llena de detalles, sostenida con pocos personajes, unos diálogos intensos -la mayoría en chino- y numerosas escenas de gran intensidad emotiva (no confundir con sensiblería y lagrimilla) y otras que dicen más de lo que ves. En todas ellas, el personaje central es Shi -muy bien Henry O-. Fantástica la escena de Shi charlando con la chica en biquini, a la que no quiere mirar, o la de Shi sentado en la cama contándole a su hija -con una pared por medio- la verdad sobre el secreto que pesa sobre su vida pasada, o la de Shi esperando preocupado el regreso de su hija, o... La lista es larga, la verdad.

Es todo un reto enfrentarse al modo oriental de mirar las cosas, del que reconozco que no siempre salgo vencedor. Esta vez sí: la película vale la pena y os la recomiendo.

(Este post de Álvaro de la Rica me dio la pista )

1 comentario :

  1. Me alegro de que te vayas reconciliando con lo oriental... creo recordar que una vez te recomendé un libro de cuentos de Yiyun Li, no recuerdo el título (y eso que lo tengo en casa), pero es de lumen. Píllalo. Yo la peli la intentaré ver si Mikel me deja...

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